martes, 1 de mayo de 2012

Las mujeres y la guerra


Por Natalia Pérez

No tengo ninguna duda de que las mujeres resultan particularmente impactadas como consecuencia del desarrollo de un conflicto armado. Dado que la mayoría de las bajas en un conflicto son hombres en edad productiva, está claro que tras su muerte –o discapacidad-, son muchas las mujeres que deben asumir solas la responsabilidad de mantener a sus familias, lo que aumenta significativamente su condición de vulnerabilidad preexistente. De esta forma, por ejemplo, los hogares de mujeres desplazadas cabeza de familia son los más pobres dentro de los pobres, condición que se agrava si además pertenecen a una minoría étnica. Además de lo anterior, hay también otras múltiples formas de victimización contra las mujeres que sin duda explican -y justifican -el porqué en el imaginario colectivo las mujeres son percibidas  principalmente como víctimas de la guerra.

En Colombia, como consecuencia del prolongado conflicto armado, muchas mujeres se han proyectado desde el nivel comunitario como actores clave en la defensa de los derechos humanos y la denuncia de violaciones y abusos cometidos por diversos actores armados. Un ejemplo muy notable de este liderazgo lo constituyen mujeres como Carmen Palencia, líder de la restitución de tierras, quien recibió el premio a una de la mejores lideres de Colombia en 2011, y Yolanda Izquierdo, quien lideró una asociación de desplazados en Córdoba que buscaba la verdad detrás de acciones de las AUC y fue asesinada en 2007, entre muchas otras.

Sin embargo, al recorrer recientemente algunos municipios de Colombia, he vuelto a ver algo que ya había notado hace 12 años cuando viví en dos pequeños pueblos de Cundinamarca: las mujeres jóvenes, que en muchos casos son niñas menores de 14 años, son las primeras en acercarse a los miembros de grupos armados cuando estos llegan a sus municipios y se convierten rápidamente en sus amantes, aliadas y en las madres de sus hijos. No importa si se trata de grupos legales o ilegales, lo que parece seducirlas es simplemente el “uniforme” y el poder que estos actores ejercen en virtud de las armas que portan. Y esto no sólo tiene un efecto en ellas y en sus familias – pues se ponen en riesgo y por lo general se vuelven objetivo militar del grupo enemigo- ,  sino que también constituye un incentivo poderoso para que los hombres jóvenes locales se unan al grupo, ya que esto los hará sexualmente más atractivos y deseables.

Sin duda las relaciones de género extremadamente desiguales en las que las mujeres colombianas vivimos, que son mucho más marcadas en el sector rural, explican en parte esta actitud: las mujeres necesitan de un hombre fuerte para que él asuma su protección y las mantenga. Sin embargo, me pregunto si no valdría la pena cuestionar esta actitud y, sobre todo, la responsabilidad ética que esta tiene en la perpetuación del conflicto.

No se trata de criminalizar a todas las mujeres rurales ni mucho menos. Además esto también ocurre en zonas urbanas y con mujeres que tienen más oportunidades, como es el caso de las modelos famosas que se casan o que son amantes de “traquetos”. Simplemente, creo que como sociedad no hemos cuestionado lo suficiente –ni estudiado o mucho menos entendido- el rol de las mujeres civiles en las dinámicas del conflicto y la violencia. Qué pasaría por ejemplo si las mujeres fuéramos menos permisivas con los actores armados? Acaso no estamos las mujeres aceptando y validando socialmente el uso de métodos violentos al escoger a actores armados como parejas deseables y, a través de este mecanismo, perpetuando un conflicto que al final nos victimiza desproporcionadamente?.

Qué pasaría sí, por ejemplo, como se narra en la obra de teatro Lisístrata de Aristófanes, las mujeres dejáramos de tener sexo con los soldados (de todos los ejércitos y grupos) para presionar el fin del conflicto? Qué pasaría sí hiciéramos de esto una forma emblemática de resistencia pacífica?

En Colombia, el precedente más importante es  el caso de la huelga de piernas cruzadas que protagonizaron las novias de pandilleros en Pereira para que estos se desarmaran en 2006, la cual produjo una reducción importante en los homicidios de la ciudad. Bajo el lema “la violencia no es sexy”, ellas usaron el sexo como mecanismo de presión para alejar a sus parejas de las pandillas y esto se convirtió su vez en una forma de reivindicación para ellas mismas, pues se sentían en posición de exigir algo a sus parejas. En conflictos armados, quizás el caso más emblemático es el de las mujeres de Liberia, quienes cansadas de una larga guerra civil que devastó al país durante 14 años, decidieron acudir a una huelga sexual - entre otros mecanismos no violentos- para presionar a los hombres a firmar la paz, lo cual consiguieron.

No es que crea que aquí yace la clave de la solución a nuestro conflicto armado, pero lo que sí creo es que, de una parte, tenemos que ser más creativos en la búsqueda de medidas de presión y soluciones al conflicto y, de otra, espero que este tema nos sirva de excusa para reflexionar sobre los mecanismos mediante los cuales los civiles, presumiblemente neutrales y sin poder alguno, podemos nutrir o frenar la guerra.

Si asumimos que somos parte del problema, podemos también tener un papel en la solución. En este sentido, creo que entender la forma en la que nosotros, tanto en el campo como en la ciudad, contribuimos de forma consciente o inconsciente al accionar de los grupos armados, es fundamental para poner fin al conflicto y, sobre todo, para avanzar hacia una paz estable y consolidada. La paz no puede seguir siendo una tarea solo de víctimas y victimarios, sino que debemos asumirla todos.

lunes, 16 de enero de 2012

Violencia en LA

Por Natalia Pérez.

Una ONG mexicana de centro derecha llamada Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal acaba de publicar el ranking de las 50 ciudades más peligrosas del mundo, en el que se incluyeron ciudades de más de 300 mil habitantes cuyas tasas de homicidios estaban disponibles en internet. Aunque no se trata de un estudio riguroso, y es seguramente un poco sesgado, vale la pena revisar los resultados. El Espectador de hoy incluyó una breve nota sobre estos, titulada “Las primeras 20 de las 50 ciudades más violentas del mundo son latinoamericanas”. Sin embargo, esta nota no corresponde a los resultados que arroja el informe: en realidad 45 de las ciudades más violentas del mundo están en el continente Americano y 40 de ellas en América Latina, es decir el 80%.

Los países con el mayor número de ciudades en el ranking son Brasil, México y Colombia, mientras que la ciudad más violenta registrada es San Pedro Sula, en Honduras. Las ciudades colombianas que se incluyen en el ranking son Cali (11), Medellín (14), Cúcuta (23), Pereira (35) y Barranquilla (42).

La primera claridad que resulta de esto es que no estamos solos en medio de la violencia: esta se tomó el continente. La segunda es que, aún si resolviéramos nuestro eterno conflicto armado (y ese ya es un anhelo inmenso), la violencia en Colombia persistirá si no renovamos nuestro contrato social, tal y como ha ocurrido con los países centroamericanos, en los que 15 años después del fin formal del conflicto aún se presentan tasas de violencia altísimas y mucha debilidad institucional.

Hace ya un tiempo leí una entrevista a Marcola, líder de una banda criminal brasilera en la que él sostenía que [él y sus hombres] “Ya somos una nueva especie, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes…. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad.... La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio”.

Vuelvo entonces al tema de la necesidad de renovar el contrato social. No creo que sea casualidad que toda esta violencia ocurra justo en nuestra región, que es la más desigual del mundo. Una región de profundas paradojas en la que la alegría y el carnaval se mezclan con sangre.

La forma en la que nuestras sociedades se estructuran, con clases sociales bien delimitadas y bajas posibilidades de movilidad social, niveles de racismo tan altos que incluso habitan el inconsciente colectivo y que por ende nos cuesta reconocer, elites con un muy bajo y limitado sentido de responsabilidad social, en fin, sociedades en las que la mayoría debe conformarse con muy poco y permanece excluida toda su vida, hace que siempre exista gran cantidad de “materia prima” para alimentar la guerra.

Es por esta razón que la estrategia de perseguir y asesinar a los líderes de las Farc o de las Bacrim me parece tan inútil. Es cierto que en el mejor de los casos esto puede llevar a una desmovilización de un bloque o frente, pero el vacío que deja un grupo es rápidamente ocupado por otro, y además, muchos desmovilizados reinciden. La columna de hoy de Antonio Caballero http://www.semana.com/opinion/otra-vez-farsa/170363-3.aspx muestra cómo los jefes de estas bandas se “reproducen como patriarcas de la Biblia” y señala al narcotráfico como el eje del problema, aunque deja por fuera otros temas que considero vitales. Por supuesto, la discusión sobre esta gigante y poderosa multinacional ilegal es central en el debate de la violencia latinoamericana, pero este será tema de otro blog.

miércoles, 17 de agosto de 2011

La culpa no es del Sofá

por Germán Barragán

Estos días he escuchado y leído toda serie de argumentos sobre lo ocurrido con Bolillo a la salida del Bembé, algunos de ellos increíbles. La postura que asumen muchos termina haciendo que el hecho puntual del Bolillo pase a segundo plano. Recapitulo algunos con mis comentarios a ver si alguno le suena familiar, si lo llena de argumentos o si lo entiende como contestación...

Simplemente la embarró: Hay que contarle a muchos que el maltrato ó la agresión física no son un hecho privado, son un delito. Por tanto, no se da la vuelta a la página con solo el arrepentimiento público o lavando los trapitos en casa. No se trata de que cualquiera la puede embarrar, porque en este caso no fue que Bolillo se emborrachara e insultara ocasionalmente a alguien, o hiciera un mal cambio que significara la eliminación de un campeonato, aquí por el contrario se está hablando de un delito cuya pena debe ir en proporción a una agresión que no fue una empujadita como algunos han querido pintarla. Los delitos no son un asunto de solo ir al psicólogo.

Y es delito al margen de la sed de venganza de la gente, al margen de los intereses de los patrocinadores, de los intereses futbolísticos o de que el maltrato a las mujeres en Colombia no termine con la condena a Bolillo.

La culpa es del Sofá: Hay un chiste popular que habla de alguien que encontró a su pareja in fraganti con su amante en el sofá de la casa. Con indignación y para asegurarse que esto no volviera a ocurrir, botó el sofá. Es increíble que la defensa de algunos, incluyendo a dirigentes, sea que no hay denuncia. Para ellos lo importante no es la agresión ocurrida y aceptada por el mismo Bolillo, sino que no hay denuncia y sin denuncia o sin sofá, no hay problema alguno. No puede ser que se manifiesten públicamente indignados con Bolillo pero no por la agresión, sino por ser tan pendejo de pedir disculpas a alguien que no las ha pedido. También hay que contarles que la legislación actual no necesita que la víctima sea la que denuncie y eso en el fondo refleja que la protección contra el maltrato y la agresión es un asunto e interés de todos, es un interés de la sociedad y no solo de la víctima.

El argumento de los Sepulcros Blanqueados: El delito es condenable, al margen de que muchos otros cometan ese u otros delitos. No puede ser de nuevo, como para muchos temas en los últimos cuatro años, que la defensa de un delincuente se dé aduciendo que hay muchos otros delincuentes. El delito es delito y la responsabilidad personal no está en función de si hay otra gente que comete ese u otros delitos más graves.

Quieren vivir en un mundo de ángeles: Algunos han querido revindicar la existencia de un mundo real donde los hombres le pegan a las mujeres cuando toca. Y lo reivindican como el mundo real porque efectivamente ocurre todos los días y además, tradicionalmente ha sido así. Hay que recordarles que fue cuestión de tiempo para que dejara de ser normal la esclavitud, o que dejara de ser normal que a las mujeres las casara el papá por interés, que no las dejaran estudiar porque eran brutas o que no pudieran votar porque no eran ciudadanas. En el mundo real de hoy a la gran mayoría nos parece increíble que esto ocurriera hace tan poco tiempo, pero lo cierto es que la cantidad de años promedio que estudiaron nuestras bisabuelas y de ahí para atrás fue menos de 3, nuestras abuelas 12 y las mujeres hoy día más de 20.

Le pego en la cara marica: El mundo cambia y en este mundo real también viven quienes creen que el maltrato no tiene cabida. No importa que todavía haya quienes creen que el maltrato es justificable, es solo cuestión de tiempo para que se sientan la gran minoría y la sociedad en su conjunto los condene. No importa que tan necia, fregona, insoportable, provocadora -u otros argumentos dados por la Senadora Rendón- sea alguien, aun así no hay espacio para la agresión ni el maltrato.

martes, 21 de junio de 2011

UN KAOPECTATE PARA ESTA DIARREA

Por Ana María Arango

Una amiga de la ICTJ me invitó a ver hoy, el lanzamiento del documental Impunity, de Hollman Morris y Juan José Lozano. La cinta, muy valiente y honesta por demás, logró en mi mente y particularmente en mi estómago y mi alma un estado prolongado de malestar.

No es la calidad del trabajo lo que esta vez me produjo nauseas (como ocurre con desagradable frecuencia cuando me decido ir a ver “documentales independientes”), sino el reconocerme una absoluta ignorante de las causas que llevan a mi patria a la locura generalizada. Uno de mis más cercanos amigos, describiría mi actual estado como una diarrea mental.

Por mi formación académica, pero particularmente por mi paso por este país que amo con locura, he entendido que Colombia se ha construido sobre el odio y la violencia, no fueron los españoles los que nos enseñaron a matarnos los unos a los otros como muchos piensan, mucho antes de su llegada ya nuestros ancestros invertían su tiempo y esfuerzo no en construir templos sagrados o inventar complejos sistemas numéricos o astrales, sino en acabar con poblaciones enteras. Luego, la trajinada historia de la conquista, la colonia y la sorpresiva independencia mancharon más de rojo que de azul y amarillo nuestra historia.

Cuando nos proclamamos estado, entramos en la patria boba… que de boba tuvo mucho, pero tuvo más de sangrienta y que sirvió de abrebocas para lo que más tarde conoceríamos como la época de la violencia (como si hubiésemos tenido una época de no violencia!!), eso es historia, pero la guerra que sufrimos desde hace 30 años es sevicia!!.

Al que pone una bomba y mata decenas de personas, al francotirador que acaba con la vida de su enemigo, al que ordena una masacre, al que secuestra, al que extorsiona, lo repudio y exijo castigo, pero lo puedo llegar a entender.

Al que se hace a un cuchillo de carnicero y decide, mirando a los ojos a su enemigo, a su víctima, a su compatriota, a un ser humano, abrirle la pansa y sacarle el estómago mientras este aún respira, a ese no lo entiendo. A quien armado de un machete resuelve quitarle la cabeza a un niño de doce años… a ese no lo entiendo.
A el que sosteniendo a su hermano de los pies lo sumerge en un balde de ácido, a ese no lo entiendo.

He dicho una y otra vez con vehemencia que el problema de Colombia no es la guerrilla, y hoy afirmo de igual forma que el problema de Colombia no es tampoco el paramilitarismo. Esa gente no puede estar sana mentalmente!! Qué les pasó? Cuál fue la infancia que tuvieron? Qué los llevó a convertirse en las bestias desalmadas que se muestran tranquilas cuando afirman que “en 30 años de guerra fueron muchos los descuartizados, torturados, desaparecidos…” tienen alma? Qué pasó con los valores morales de estos seres humanos?

Después de alguna de las cruzadas mesiánicas norteamericanas en algún país tercermundista, el Gobierno de los Estados Unidos descubrió que sus hombres no disparaban las cargas de dinamita que juiciosamente “tacaban” en sus rifles, la razón: los seres humanos encuentran particularmente difícil matar a otro ser humano, así que el ejército gringo gastó toneladas de dinamita que sus hombres pusieron ordenadamente en sus armas sin disparar ni una sola vez.

La solución: entrenar a los soldados para que el matar sea un ejercicio mecánico, que no exija ningún proceso consciente, como el coger la chapa de la puerta cuando uno la quiere abrir, o doblar las rodillas si lo que se quiere es sentarse. El análisis que llevó a grandes científicos estadounidenses a esta conclusión, los millones de dólares que invierten en entrenamiento cada año y el esfuerzo de poner a los batallones especiales a hacer un mismo ejercicio una y otra vez hasta lograr que sea automático, serían innecesarios en Colombia.

La sociedad colombiana ha logrado producir decenas de miles de personas que no tienen ningún miramiento en descuartizar una persona viva. Qué es lo que estamos haciendo en esta sociedad que produce tantos miles de locos de forma tan sistemática en los últimos años? Al menos yo no conozco otro caso en la historia de la humanidad, en que en un solo país se concentre tanta y tan frecuente sevicia para acabar con el enemigo. No es un año, no es una década, no es un siglo, es la historia entera del país! Eso si, con una tendencia creciente a ser cada vez más sanguinarios y crueles.


Qué tiene esta sociedad que la hace tan enferma? Cuál es la enfermedad que tenemos? Cómo se transmite? Y sobre todo… tiene cura o es terminal?
Es el jugo de guayaba que nos metieron en la lonchera? El chocorramo tendrá algún componente maligno? La Ponymalta o el Telebolito nos dañaron irremediablemente el pedazo del cerebro que almacena los valores?




jueves, 7 de abril de 2011

El mundo al revés

Por Natalia Perez

Las revelaciones de esta semana sobre la cárcel de Tolemaida, en la que están recluidos militares condenados por delitos atroces que gozan de beneficios inauditos, como por ejemplo seguir recibiendo sueldo durante el pago de su condena, lo que además les da derecho a pensión, o contar con un negocio dentro de la base militar como un restaurante o un taxi, resultan tan indignantes para mi, como “normales” y predecibles para algunos de mis compañeros de trabajo, quienes, por supuesto, están más familiarizados que yo con el funcionamiento del ejercito.

Sólo la idea de que mis impuestos estén financiando más la guerra que la paz me entristece. Pero la certeza de que además financian beneficios de militares que cometieron crímenes como masacres de campesinos, desapariciones y falsos positivos me parece simplemente inaceptable. Sabemos ahora con absoluta certeza que durante muchos años el ejército tuvo una excesiva complacencia con prácticas que iban en contra de los derechos humanos y que, incluso, en más casos de los que están documentados, actuaban con la colaboración de paramilitares, quienes se encargaban del “trabajo sucio”. Sin embargo, en principio se supone que estamos ante una institución que ha cambiado, en la que el respeto a los derechos humanos empieza a ser la regla y no la excepción, y en la que ese tipo de prácticas son cosa de un pasado vergonzoso que quedó atrás y que no volverá.

Lo que la cárcel de Tolemaida muestra es que esto no es más que una ilusión: los altos mandos militares no sólo protegen sino que también compensan a aquellos condenados por cometer crímenes. El mensaje para la tropa que da Tolemaida es muy simple: el peor de todos los escenarios posibles para un militar que comete un delito, incluso si éste es de lesa humanidad, no es terrible en absoluto. Su condena no será tan larga y la pagará bajo los “cuidados” de la institución e incluso como parte del “servicio” con la institución.

Considero que un país que se precia de estar entrando en post-conflicto no puede darse el lujo de permitir que los miembros de sus fuerzas militares que atentaron contra su población civil no reciban condenas severas y ejemplares. Sus delitos son más graves que los cometidos por los actores armados ilegales, pues es en ellos en quienes confiamos nuestra protección.

Pues bien, creo que esta coyuntura de Toleimada va a permitir medir fuerzas entre el Gobierno y los militares y nos va a dejar ver qué tan comprometido está Santos con la agenda de derechos humanos que introdujo cuando era ministro de defensa en la era Uribe y si él, dentro de su agenda de gran reformador, está dispuesto a tocar un punto neurálgico que sí puede contribuir a avanzar hacia el post-conflicto: reducir el inmenso poder del que gozan (y han gozado por muchas décadas) los militares en el país.

jueves, 24 de marzo de 2011

La marcha del 23 de marzo: ¿De la protesta hipster y la revolución de clases?

Por Catalina Mahecha


Hoy estuve en la “marcha” convocada en Facebook por varias personas en Bogotá. Cuando llegué, la verdad esperaba encontrar gente de todas las edades y estratos sociales, así fuéramos pocos, en las manifestaciones a las que he asistido (que tampoco es que sean muchas) eso pasa.


Pues no. En esta, primábamos los JÓVENES bien vestidos, peinados, chics, con gafas super gomelas. Éramos no más de 200 personas. Lo que en este momento no tengo aún claro es quien era quien.


Cuando oía gritar:- “a mi no me pagaron, yo vine xq quise”, dije:.” No joda, es la gente de la Ola Verde”, pero …. No!! Resulta que eran en su mayoría jóvenes del partido de la U que le cantaba la barra típica de la Ola Verde a unas 50 personas que habían ido con pancartas a defender a la Alcaldía y al sistema Integrado de Transportes (SITP) ( y según todos los gomelos, a ellos les habían pagado para pararse a hacer el oso).


Estaban en el centro del pobre tumulto los del Polo, gritándonos que éramos unos riquillos imparciales que no conocíamos las bondades que Sammy había hecho en la ciudad. Todo fue aún más mágico cuando de un momento a otro, salió una señora a ondear una bandera que decía ANAPO.


Luego, además de los 20 que apoyaban a Sammy estaba el ESMAD (Escuadron Movil Anti Disturbios). Eran como 50 y la tanqueta. Y a mí me dio ataque de risa . Tengo que reconocer que las cosas se pusieron un poco calientes cuando un señor de la marcha le bajó a una fiel admiradora de Sammy el cartel que defendía a la Alcaldía… Intercambio de palabras fuertes, y temí que es ESMAD interviniera.


Digo, cuando 100 riquitos nos reunimos con nuestra ropa a protestar, realmente es de esperar que en cualquier momento estalle un motín. Recuerdo en este momento la frase trillada de “en la Javeriana tiran sparkies”, pero francamente, acá a duras penas podía uno tirar los papelitos que tenía.


Luego, realmente, yo no entendí que fue lo que pasó.


1) La “marcha”, no fue “marcha” en contra de Samuel. Pareció más una manifestación de los del POLO para apoyar a su candidato: estaban mejor organizados, llevaban megáfono y pancartas. Nosotros llevábamos una pinta increíble, unos espanta suegra divinos y a duras penas nos coordinábamos al gritar. Para colmo, la supuesta marcha, se redujo a una hora de intercambio de “fuera, fuera, fuera” y de “inconscientes, riquillos imparciales”.

2) No hubo marcha. Una de las organizadoras salió a la 1.30pm a decir que nos tocaba irnos, que porque solo nos habían dado permiso de gritar hasta esa hora, (:S WTF!!!!??????)

3) No solo éramos pocos, sino que éramos ricos. Si no ricos, al menos el 90% estrato 6 y no nos preocupó por un segundo taparlo.

4) Eso de verdad, de verdad me puso a pensar:


-¿Bueno, será que es porque mi familia, amigos de facebook, oficina y gente que me rodea se queja TODO el día del tráfico que el tema de odio encarnecido a Sammy es un problema de TODA Bogotá?

- ¿Es esto un tema de clases?

-¿Los ricos de estrato 6 que vemos nuestras calles feas y nos demoramos más en llegar a la casa, somos los que nos quejamos por semejantes pequeñeces?

-¿Odiamos a Iván por guiso y a los NULE por costeños y corronchos y no por la indignación de los desfalcos denunciados en la prensa?

-Será que cómo sale a decir la policía con el tema de inseguridad, ¿ el odio por Sammy es solo un tema de percepción?


En cualquier caso, la supuesta marcha de hoy en la clle 72 con cra 7ma a mi forma de ver, fue un fiasco. Ya sea porque quedamos como unos ridículos hijos de papi que de verdad no tenemos ni idea de cómo armar una manifestación; o porque el problema de Samuel es un tema solo de precepción y de medios; o el peor de todos, porque nos quejamos todo el p@@| día y no hacemos nada.


Si yo fuera Sammy, saldría a decir que el descontento no es general, es de clase.


Pero como confío en su poca inteligencia, espero que no lo haga. No fue la falta de gente la que hizo de la manifestación un fiasco, sino el mensaje que para mí lleva: QUE EL DISGUSTO CON LA ALCALDÍA DE SAMUEL MORENO, ES DE CLASE. Y NO DE CUALQUIER CLASE, SINO DE LA CLASE MÁS ALTA Y HIPSTER DE BOGOTÁ.


PD: A esto se suma lo más hilarante: cualquier manifestación social, sin importar el nombre, el número de personas, el tema, la raza, el estrato, el color, tiene como perrito guardián al ESMAD: ¡qué tristeza!

domingo, 13 de marzo de 2011

Por qué no debería terminar Moreno su mandato tranquilo... mis razones para que ustedes se llenen de razones

Por Germán Barragán


Estoy de acuerdo con Natalia, es muy complicado dejar de hablar de lo que está pasando en Bogotá.


Por lo general no estoy de acuerdo con tumbar mandatarios. No estoy de acuerdo porque creo que en muchos casos el remedio es peor que la enfermedad. Tampoco estoy de acuerdo porque aveces creo que detrás de manifestaciones hay intereses organizados movilizando a las masas, a pesar de que sus intereses no representen en el fondo a la mayoría o a lo deseable para la mayoría.


Creo que los esfuerzos por reencausar las cosas deben dirigirse a votar bien y en no repetir errores durante las elecciones. Sin embargo, el tema con Samuel Moreno me cuestiona.


Lo que ha pasado con la ciudad gracias al Alcalde, su hermano y la mayoría de contratistas -por nombrar solo algunos- es suficiente como para querer tumbar a Moreno. A eso le sumo el cinismo con el que han asumido el tema y la desfachatez con la que han continuado saqueando los recursos de nuestra ciudad.


Quedan pocos meses y tal vez deberíamos enviar un mensaje sacando al Alcalde. No creo que por esto la ciudad caiga en el caos pues ya hace rato estamos viviendo en el caos.


Para quienes necesitan motivarse un poco más antes de participar de las marchas que se están programando, a continuación apunto algunas de las razones por las que pienso que Moreno no debería continuar como mandatario.


Al cierre del año pasado, más de 100 obras viales presentaban retrasos de varios meses a pesar del desembolso de los recursos. En un evidente descaro, las obras que según su programación debían terminar en cuestión de semanas, tenían en su mayoría un avance de ejecución menor al 30% y sobrecostos que debía asumir el Distrito. Los contratistas se habían ganado $85mil millones en adiciones de contratos.


El tema por supuesto no termina con los Nule. A pesar de todo el escándalo, ya se han denunciando nuevos retrasos de los nuevos contratistas sobre los cronogramas de ejecución de las obras que ya estaba atrasadas, y eso que se aprobaron partidas adiciones específicas para cubrir trabajos nocturnos y dominicales.


Las buenas actuaciones no solo se ven en materia de transporte. La ciudad ha invertido 24mil millones en colegios que pasan años abandonados, como uno en la localidad de Usme donde ni siquiera se estabilizó el terreno antes de su construcción. Lo que menos importa es la educación, lo importante era hacer unos muros y robarse la plata.


Los problemas en la infraestructura no solo espantan personas: en los últimos años se han fugado más de 1200 grandes empresas de la Ciudad, por lo que dejamos de percibir por impuestos más de $127mil millones.


A esto sumemos que por los malos manejos, varios sectores organizados de la ciudad tienen ahora en mente que para lograr beneficios particulares a cuenta de los recursos de Bogotá, deben -y pueden- presionar y paralizar la ciudad, por ejemplo trancando transmilenio.


Hay delicadas denuncias sobre desvío de dineros en la Empresa de Acueducto, de atrasos y datos falsos en las cifras de vivienda y de la preocupante relación contractual entre los principales Hospitales del Distrito y empresas relacionadas con el carrusel de la contratación de vías.


Las denuncias sobre contrataciones con empresas y fundaciones fachada en las localidades sigue en aumento luego de que nuestro querido Alcalde le diera autonomía a los mandatarios locales para que ellos decidieran a su antojo los destinos de los recursos del distrito en cada localidad. Las cifras de control no son alentadoras: de cada $1.000 pesos que malgasta el Estado, solo $8 pesos son recuperados.


Las malas negociaciones con transportadores sobre el sistema unificado de transporte van a generar un pago excesivo de 150mil millones anuales, que sumado al desvío de recursos obtenidos por la sobretasa a la gasolina que ahora irían para un metro que en el mejor de los casos solo podrá movilizar el 15% de pasajeros, ponen en entredicho el mantenimiento y la ampliación del sistema de Transmilenio a futuro. A eso sumemos el adefesio de versión mixta que pretenden construir en la séptima a pesar de la inversión de 10mil millones que ya había hecho la ciudad en diseños serios para Transmilenio hasta la calle 170.


Hay muchos temas delicados adicionales como el tráfico ilegal de armas descontrolado en Bogotá y su relación con el incremento de homicidios. El manejo integral de basuras y la adjudicación del relleno Doña Juana. El increíble sobrecosto y atraso en las obras del Aeropuerto el Dorado.


El problema no es lo que puede pasar en la séptima. El problema es lo que está pasando en toda la ciudad.


Samuel, creo que no deberías seguir siendo nuestro Alcalde. De eso estaba convencido hace rato, lo que ahora además creo es que mandaríamos un muy mal mensaje si terminas tu alcaldía como si nada hubiera pasado.