miércoles, 17 de agosto de 2011

La culpa no es del Sofá

por Germán Barragán

Estos días he escuchado y leído toda serie de argumentos sobre lo ocurrido con Bolillo a la salida del Bembé, algunos de ellos increíbles. La postura que asumen muchos termina haciendo que el hecho puntual del Bolillo pase a segundo plano. Recapitulo algunos con mis comentarios a ver si alguno le suena familiar, si lo llena de argumentos o si lo entiende como contestación...

Simplemente la embarró: Hay que contarle a muchos que el maltrato ó la agresión física no son un hecho privado, son un delito. Por tanto, no se da la vuelta a la página con solo el arrepentimiento público o lavando los trapitos en casa. No se trata de que cualquiera la puede embarrar, porque en este caso no fue que Bolillo se emborrachara e insultara ocasionalmente a alguien, o hiciera un mal cambio que significara la eliminación de un campeonato, aquí por el contrario se está hablando de un delito cuya pena debe ir en proporción a una agresión que no fue una empujadita como algunos han querido pintarla. Los delitos no son un asunto de solo ir al psicólogo.

Y es delito al margen de la sed de venganza de la gente, al margen de los intereses de los patrocinadores, de los intereses futbolísticos o de que el maltrato a las mujeres en Colombia no termine con la condena a Bolillo.

La culpa es del Sofá: Hay un chiste popular que habla de alguien que encontró a su pareja in fraganti con su amante en el sofá de la casa. Con indignación y para asegurarse que esto no volviera a ocurrir, botó el sofá. Es increíble que la defensa de algunos, incluyendo a dirigentes, sea que no hay denuncia. Para ellos lo importante no es la agresión ocurrida y aceptada por el mismo Bolillo, sino que no hay denuncia y sin denuncia o sin sofá, no hay problema alguno. No puede ser que se manifiesten públicamente indignados con Bolillo pero no por la agresión, sino por ser tan pendejo de pedir disculpas a alguien que no las ha pedido. También hay que contarles que la legislación actual no necesita que la víctima sea la que denuncie y eso en el fondo refleja que la protección contra el maltrato y la agresión es un asunto e interés de todos, es un interés de la sociedad y no solo de la víctima.

El argumento de los Sepulcros Blanqueados: El delito es condenable, al margen de que muchos otros cometan ese u otros delitos. No puede ser de nuevo, como para muchos temas en los últimos cuatro años, que la defensa de un delincuente se dé aduciendo que hay muchos otros delincuentes. El delito es delito y la responsabilidad personal no está en función de si hay otra gente que comete ese u otros delitos más graves.

Quieren vivir en un mundo de ángeles: Algunos han querido revindicar la existencia de un mundo real donde los hombres le pegan a las mujeres cuando toca. Y lo reivindican como el mundo real porque efectivamente ocurre todos los días y además, tradicionalmente ha sido así. Hay que recordarles que fue cuestión de tiempo para que dejara de ser normal la esclavitud, o que dejara de ser normal que a las mujeres las casara el papá por interés, que no las dejaran estudiar porque eran brutas o que no pudieran votar porque no eran ciudadanas. En el mundo real de hoy a la gran mayoría nos parece increíble que esto ocurriera hace tan poco tiempo, pero lo cierto es que la cantidad de años promedio que estudiaron nuestras bisabuelas y de ahí para atrás fue menos de 3, nuestras abuelas 12 y las mujeres hoy día más de 20.

Le pego en la cara marica: El mundo cambia y en este mundo real también viven quienes creen que el maltrato no tiene cabida. No importa que todavía haya quienes creen que el maltrato es justificable, es solo cuestión de tiempo para que se sientan la gran minoría y la sociedad en su conjunto los condene. No importa que tan necia, fregona, insoportable, provocadora -u otros argumentos dados por la Senadora Rendón- sea alguien, aun así no hay espacio para la agresión ni el maltrato.

martes, 21 de junio de 2011

UN KAOPECTATE PARA ESTA DIARREA

Por Ana María Arango

Una amiga de la ICTJ me invitó a ver hoy, el lanzamiento del documental Impunity, de Hollman Morris y Juan José Lozano. La cinta, muy valiente y honesta por demás, logró en mi mente y particularmente en mi estómago y mi alma un estado prolongado de malestar.

No es la calidad del trabajo lo que esta vez me produjo nauseas (como ocurre con desagradable frecuencia cuando me decido ir a ver “documentales independientes”), sino el reconocerme una absoluta ignorante de las causas que llevan a mi patria a la locura generalizada. Uno de mis más cercanos amigos, describiría mi actual estado como una diarrea mental.

Por mi formación académica, pero particularmente por mi paso por este país que amo con locura, he entendido que Colombia se ha construido sobre el odio y la violencia, no fueron los españoles los que nos enseñaron a matarnos los unos a los otros como muchos piensan, mucho antes de su llegada ya nuestros ancestros invertían su tiempo y esfuerzo no en construir templos sagrados o inventar complejos sistemas numéricos o astrales, sino en acabar con poblaciones enteras. Luego, la trajinada historia de la conquista, la colonia y la sorpresiva independencia mancharon más de rojo que de azul y amarillo nuestra historia.

Cuando nos proclamamos estado, entramos en la patria boba… que de boba tuvo mucho, pero tuvo más de sangrienta y que sirvió de abrebocas para lo que más tarde conoceríamos como la época de la violencia (como si hubiésemos tenido una época de no violencia!!), eso es historia, pero la guerra que sufrimos desde hace 30 años es sevicia!!.

Al que pone una bomba y mata decenas de personas, al francotirador que acaba con la vida de su enemigo, al que ordena una masacre, al que secuestra, al que extorsiona, lo repudio y exijo castigo, pero lo puedo llegar a entender.

Al que se hace a un cuchillo de carnicero y decide, mirando a los ojos a su enemigo, a su víctima, a su compatriota, a un ser humano, abrirle la pansa y sacarle el estómago mientras este aún respira, a ese no lo entiendo. A quien armado de un machete resuelve quitarle la cabeza a un niño de doce años… a ese no lo entiendo.
A el que sosteniendo a su hermano de los pies lo sumerge en un balde de ácido, a ese no lo entiendo.

He dicho una y otra vez con vehemencia que el problema de Colombia no es la guerrilla, y hoy afirmo de igual forma que el problema de Colombia no es tampoco el paramilitarismo. Esa gente no puede estar sana mentalmente!! Qué les pasó? Cuál fue la infancia que tuvieron? Qué los llevó a convertirse en las bestias desalmadas que se muestran tranquilas cuando afirman que “en 30 años de guerra fueron muchos los descuartizados, torturados, desaparecidos…” tienen alma? Qué pasó con los valores morales de estos seres humanos?

Después de alguna de las cruzadas mesiánicas norteamericanas en algún país tercermundista, el Gobierno de los Estados Unidos descubrió que sus hombres no disparaban las cargas de dinamita que juiciosamente “tacaban” en sus rifles, la razón: los seres humanos encuentran particularmente difícil matar a otro ser humano, así que el ejército gringo gastó toneladas de dinamita que sus hombres pusieron ordenadamente en sus armas sin disparar ni una sola vez.

La solución: entrenar a los soldados para que el matar sea un ejercicio mecánico, que no exija ningún proceso consciente, como el coger la chapa de la puerta cuando uno la quiere abrir, o doblar las rodillas si lo que se quiere es sentarse. El análisis que llevó a grandes científicos estadounidenses a esta conclusión, los millones de dólares que invierten en entrenamiento cada año y el esfuerzo de poner a los batallones especiales a hacer un mismo ejercicio una y otra vez hasta lograr que sea automático, serían innecesarios en Colombia.

La sociedad colombiana ha logrado producir decenas de miles de personas que no tienen ningún miramiento en descuartizar una persona viva. Qué es lo que estamos haciendo en esta sociedad que produce tantos miles de locos de forma tan sistemática en los últimos años? Al menos yo no conozco otro caso en la historia de la humanidad, en que en un solo país se concentre tanta y tan frecuente sevicia para acabar con el enemigo. No es un año, no es una década, no es un siglo, es la historia entera del país! Eso si, con una tendencia creciente a ser cada vez más sanguinarios y crueles.


Qué tiene esta sociedad que la hace tan enferma? Cuál es la enfermedad que tenemos? Cómo se transmite? Y sobre todo… tiene cura o es terminal?
Es el jugo de guayaba que nos metieron en la lonchera? El chocorramo tendrá algún componente maligno? La Ponymalta o el Telebolito nos dañaron irremediablemente el pedazo del cerebro que almacena los valores?




jueves, 7 de abril de 2011

El mundo al revés

Por Natalia Perez

Las revelaciones de esta semana sobre la cárcel de Tolemaida, en la que están recluidos militares condenados por delitos atroces que gozan de beneficios inauditos, como por ejemplo seguir recibiendo sueldo durante el pago de su condena, lo que además les da derecho a pensión, o contar con un negocio dentro de la base militar como un restaurante o un taxi, resultan tan indignantes para mi, como “normales” y predecibles para algunos de mis compañeros de trabajo, quienes, por supuesto, están más familiarizados que yo con el funcionamiento del ejercito.

Sólo la idea de que mis impuestos estén financiando más la guerra que la paz me entristece. Pero la certeza de que además financian beneficios de militares que cometieron crímenes como masacres de campesinos, desapariciones y falsos positivos me parece simplemente inaceptable. Sabemos ahora con absoluta certeza que durante muchos años el ejército tuvo una excesiva complacencia con prácticas que iban en contra de los derechos humanos y que, incluso, en más casos de los que están documentados, actuaban con la colaboración de paramilitares, quienes se encargaban del “trabajo sucio”. Sin embargo, en principio se supone que estamos ante una institución que ha cambiado, en la que el respeto a los derechos humanos empieza a ser la regla y no la excepción, y en la que ese tipo de prácticas son cosa de un pasado vergonzoso que quedó atrás y que no volverá.

Lo que la cárcel de Tolemaida muestra es que esto no es más que una ilusión: los altos mandos militares no sólo protegen sino que también compensan a aquellos condenados por cometer crímenes. El mensaje para la tropa que da Tolemaida es muy simple: el peor de todos los escenarios posibles para un militar que comete un delito, incluso si éste es de lesa humanidad, no es terrible en absoluto. Su condena no será tan larga y la pagará bajo los “cuidados” de la institución e incluso como parte del “servicio” con la institución.

Considero que un país que se precia de estar entrando en post-conflicto no puede darse el lujo de permitir que los miembros de sus fuerzas militares que atentaron contra su población civil no reciban condenas severas y ejemplares. Sus delitos son más graves que los cometidos por los actores armados ilegales, pues es en ellos en quienes confiamos nuestra protección.

Pues bien, creo que esta coyuntura de Toleimada va a permitir medir fuerzas entre el Gobierno y los militares y nos va a dejar ver qué tan comprometido está Santos con la agenda de derechos humanos que introdujo cuando era ministro de defensa en la era Uribe y si él, dentro de su agenda de gran reformador, está dispuesto a tocar un punto neurálgico que sí puede contribuir a avanzar hacia el post-conflicto: reducir el inmenso poder del que gozan (y han gozado por muchas décadas) los militares en el país.

jueves, 24 de marzo de 2011

La marcha del 23 de marzo: ¿De la protesta hipster y la revolución de clases?

Por Catalina Mahecha


Hoy estuve en la “marcha” convocada en Facebook por varias personas en Bogotá. Cuando llegué, la verdad esperaba encontrar gente de todas las edades y estratos sociales, así fuéramos pocos, en las manifestaciones a las que he asistido (que tampoco es que sean muchas) eso pasa.


Pues no. En esta, primábamos los JÓVENES bien vestidos, peinados, chics, con gafas super gomelas. Éramos no más de 200 personas. Lo que en este momento no tengo aún claro es quien era quien.


Cuando oía gritar:- “a mi no me pagaron, yo vine xq quise”, dije:.” No joda, es la gente de la Ola Verde”, pero …. No!! Resulta que eran en su mayoría jóvenes del partido de la U que le cantaba la barra típica de la Ola Verde a unas 50 personas que habían ido con pancartas a defender a la Alcaldía y al sistema Integrado de Transportes (SITP) ( y según todos los gomelos, a ellos les habían pagado para pararse a hacer el oso).


Estaban en el centro del pobre tumulto los del Polo, gritándonos que éramos unos riquillos imparciales que no conocíamos las bondades que Sammy había hecho en la ciudad. Todo fue aún más mágico cuando de un momento a otro, salió una señora a ondear una bandera que decía ANAPO.


Luego, además de los 20 que apoyaban a Sammy estaba el ESMAD (Escuadron Movil Anti Disturbios). Eran como 50 y la tanqueta. Y a mí me dio ataque de risa . Tengo que reconocer que las cosas se pusieron un poco calientes cuando un señor de la marcha le bajó a una fiel admiradora de Sammy el cartel que defendía a la Alcaldía… Intercambio de palabras fuertes, y temí que es ESMAD interviniera.


Digo, cuando 100 riquitos nos reunimos con nuestra ropa a protestar, realmente es de esperar que en cualquier momento estalle un motín. Recuerdo en este momento la frase trillada de “en la Javeriana tiran sparkies”, pero francamente, acá a duras penas podía uno tirar los papelitos que tenía.


Luego, realmente, yo no entendí que fue lo que pasó.


1) La “marcha”, no fue “marcha” en contra de Samuel. Pareció más una manifestación de los del POLO para apoyar a su candidato: estaban mejor organizados, llevaban megáfono y pancartas. Nosotros llevábamos una pinta increíble, unos espanta suegra divinos y a duras penas nos coordinábamos al gritar. Para colmo, la supuesta marcha, se redujo a una hora de intercambio de “fuera, fuera, fuera” y de “inconscientes, riquillos imparciales”.

2) No hubo marcha. Una de las organizadoras salió a la 1.30pm a decir que nos tocaba irnos, que porque solo nos habían dado permiso de gritar hasta esa hora, (:S WTF!!!!??????)

3) No solo éramos pocos, sino que éramos ricos. Si no ricos, al menos el 90% estrato 6 y no nos preocupó por un segundo taparlo.

4) Eso de verdad, de verdad me puso a pensar:


-¿Bueno, será que es porque mi familia, amigos de facebook, oficina y gente que me rodea se queja TODO el día del tráfico que el tema de odio encarnecido a Sammy es un problema de TODA Bogotá?

- ¿Es esto un tema de clases?

-¿Los ricos de estrato 6 que vemos nuestras calles feas y nos demoramos más en llegar a la casa, somos los que nos quejamos por semejantes pequeñeces?

-¿Odiamos a Iván por guiso y a los NULE por costeños y corronchos y no por la indignación de los desfalcos denunciados en la prensa?

-Será que cómo sale a decir la policía con el tema de inseguridad, ¿ el odio por Sammy es solo un tema de percepción?


En cualquier caso, la supuesta marcha de hoy en la clle 72 con cra 7ma a mi forma de ver, fue un fiasco. Ya sea porque quedamos como unos ridículos hijos de papi que de verdad no tenemos ni idea de cómo armar una manifestación; o porque el problema de Samuel es un tema solo de precepción y de medios; o el peor de todos, porque nos quejamos todo el p@@| día y no hacemos nada.


Si yo fuera Sammy, saldría a decir que el descontento no es general, es de clase.


Pero como confío en su poca inteligencia, espero que no lo haga. No fue la falta de gente la que hizo de la manifestación un fiasco, sino el mensaje que para mí lleva: QUE EL DISGUSTO CON LA ALCALDÍA DE SAMUEL MORENO, ES DE CLASE. Y NO DE CUALQUIER CLASE, SINO DE LA CLASE MÁS ALTA Y HIPSTER DE BOGOTÁ.


PD: A esto se suma lo más hilarante: cualquier manifestación social, sin importar el nombre, el número de personas, el tema, la raza, el estrato, el color, tiene como perrito guardián al ESMAD: ¡qué tristeza!

domingo, 13 de marzo de 2011

Por qué no debería terminar Moreno su mandato tranquilo... mis razones para que ustedes se llenen de razones

Por Germán Barragán


Estoy de acuerdo con Natalia, es muy complicado dejar de hablar de lo que está pasando en Bogotá.


Por lo general no estoy de acuerdo con tumbar mandatarios. No estoy de acuerdo porque creo que en muchos casos el remedio es peor que la enfermedad. Tampoco estoy de acuerdo porque aveces creo que detrás de manifestaciones hay intereses organizados movilizando a las masas, a pesar de que sus intereses no representen en el fondo a la mayoría o a lo deseable para la mayoría.


Creo que los esfuerzos por reencausar las cosas deben dirigirse a votar bien y en no repetir errores durante las elecciones. Sin embargo, el tema con Samuel Moreno me cuestiona.


Lo que ha pasado con la ciudad gracias al Alcalde, su hermano y la mayoría de contratistas -por nombrar solo algunos- es suficiente como para querer tumbar a Moreno. A eso le sumo el cinismo con el que han asumido el tema y la desfachatez con la que han continuado saqueando los recursos de nuestra ciudad.


Quedan pocos meses y tal vez deberíamos enviar un mensaje sacando al Alcalde. No creo que por esto la ciudad caiga en el caos pues ya hace rato estamos viviendo en el caos.


Para quienes necesitan motivarse un poco más antes de participar de las marchas que se están programando, a continuación apunto algunas de las razones por las que pienso que Moreno no debería continuar como mandatario.


Al cierre del año pasado, más de 100 obras viales presentaban retrasos de varios meses a pesar del desembolso de los recursos. En un evidente descaro, las obras que según su programación debían terminar en cuestión de semanas, tenían en su mayoría un avance de ejecución menor al 30% y sobrecostos que debía asumir el Distrito. Los contratistas se habían ganado $85mil millones en adiciones de contratos.


El tema por supuesto no termina con los Nule. A pesar de todo el escándalo, ya se han denunciando nuevos retrasos de los nuevos contratistas sobre los cronogramas de ejecución de las obras que ya estaba atrasadas, y eso que se aprobaron partidas adiciones específicas para cubrir trabajos nocturnos y dominicales.


Las buenas actuaciones no solo se ven en materia de transporte. La ciudad ha invertido 24mil millones en colegios que pasan años abandonados, como uno en la localidad de Usme donde ni siquiera se estabilizó el terreno antes de su construcción. Lo que menos importa es la educación, lo importante era hacer unos muros y robarse la plata.


Los problemas en la infraestructura no solo espantan personas: en los últimos años se han fugado más de 1200 grandes empresas de la Ciudad, por lo que dejamos de percibir por impuestos más de $127mil millones.


A esto sumemos que por los malos manejos, varios sectores organizados de la ciudad tienen ahora en mente que para lograr beneficios particulares a cuenta de los recursos de Bogotá, deben -y pueden- presionar y paralizar la ciudad, por ejemplo trancando transmilenio.


Hay delicadas denuncias sobre desvío de dineros en la Empresa de Acueducto, de atrasos y datos falsos en las cifras de vivienda y de la preocupante relación contractual entre los principales Hospitales del Distrito y empresas relacionadas con el carrusel de la contratación de vías.


Las denuncias sobre contrataciones con empresas y fundaciones fachada en las localidades sigue en aumento luego de que nuestro querido Alcalde le diera autonomía a los mandatarios locales para que ellos decidieran a su antojo los destinos de los recursos del distrito en cada localidad. Las cifras de control no son alentadoras: de cada $1.000 pesos que malgasta el Estado, solo $8 pesos son recuperados.


Las malas negociaciones con transportadores sobre el sistema unificado de transporte van a generar un pago excesivo de 150mil millones anuales, que sumado al desvío de recursos obtenidos por la sobretasa a la gasolina que ahora irían para un metro que en el mejor de los casos solo podrá movilizar el 15% de pasajeros, ponen en entredicho el mantenimiento y la ampliación del sistema de Transmilenio a futuro. A eso sumemos el adefesio de versión mixta que pretenden construir en la séptima a pesar de la inversión de 10mil millones que ya había hecho la ciudad en diseños serios para Transmilenio hasta la calle 170.


Hay muchos temas delicados adicionales como el tráfico ilegal de armas descontrolado en Bogotá y su relación con el incremento de homicidios. El manejo integral de basuras y la adjudicación del relleno Doña Juana. El increíble sobrecosto y atraso en las obras del Aeropuerto el Dorado.


El problema no es lo que puede pasar en la séptima. El problema es lo que está pasando en toda la ciudad.


Samuel, creo que no deberías seguir siendo nuestro Alcalde. De eso estaba convencido hace rato, lo que ahora además creo es que mandaríamos un muy mal mensaje si terminas tu alcaldía como si nada hubiera pasado.

jueves, 10 de marzo de 2011

¿Hasta dónde llegará nuestro estoicismo?

Por Natalia Perez

No quiero ser monotemática y soy consciente que Germán dedicó más 1600 palabras en el blog pasado a hablar de la ciudad pero, lo sabrán quienes como yo viven en Bogotá, no puedo hablar de otra cosa: esta sensación de pesimismo y de frustración frente a esto que hoy es Bogotá está en el aire. Es curioso como este tema ha invadido nuestras cortas conversaciones con compañeros de oficina, taxistas, vendedores en la calle y también nuestras conversaciones de verdad, con familia y amigos.

Recuerdo que hace más de 7 años, cuando trabajaba en la Secretaría de Hacienda bajo la segunda administración de Mockus, solía pensar que Bogotá estaba "del otro lado": los bogotanos tenían estándares más altos para sus dirigentes que el resto del país y, por lo tanto, no volverían a tolerar prácticas de corrupción rampante ni muestras de incompetencia de su parte. Obviamente me equivoqué.

Lo que me muestra la situación actual de Bogotá es algo que ya había aprendido con relación a mi propia vida: no existe una senda de mejoramiento continuo que uno pueda garantizar. Bien puede ser por descuido, por exceso de confianza o incluso (como diría Woody Allen) por suerte, pero siempre somos susceptibles de retroceder, de perder lo que sea que creamos que logramos construir.

Pues si, esta pobre ciudad, que aunque no es mía siento como propia y es la que siempre viaja conmigo en mis memorias, me esta doliendo. Y mucho. Y creo que no sólo a mi. Nos duele a muchos. La imagen desfavorable del alcalde Samuel Moreno del 85% (que no tiene precedente conocido en Colombia), así lo demuestra.

¿Qué hacer? Por ahora dejar esta pasividad que sólo nos permite quejarnos y buscar más y más señales de alarma y desesperanza: ay y si saben que ya están cerrando la séptima? Y los Nule nada que devuelven la plata! Y que tal el descaro del hermano del Alcalde? El colmo. Uy si, el colmo! Y de ahí no pasa.

Si esto hubiera ocurrido en Ecuador o en Bolivia hace rato habrían linchado (literalmente) al alcalde; y si hubiera pasado en Argentina, la ciudad ya habría colapsado porque las protestas habrían bloqueado las pocas vías por las que aún se podía transitar. Cito estos ejemplos simplemente para ilustrar cómo los colombianos somos más estoicos que nuestros compatriotas suramericanos y, aunque sin duda esta pueda ser considerada una gran virtud, quizás incluso la virtud que hace posible la existencia este país (¿de qué otra forma nos explicamos tantas décadas de conflictos y de tragedias cíclicas?), es también nuestro peor defecto, pues nos condena a aceptar lo inaceptable, mientras observamos cómo los logros alcanzados se desvanecen y no hacemos nada diferente de hablar o, en mi caso, escribir.

Pues bien, en medio de esto es siempre esperanzador ver que están surgiendo propuestas. Ni idea qué tipo de intereses las soportan, pero me gustaría creer que se trata de gente joven y anónima que, como nosotros, está movida por la frustración pero que quiere capitalizar sobre esto para generar un cambio. Por ejemplo, me encontré esta iniciativa llamada no más improvisación en Bogotá http://miblogota.wordpress.com/2011/03/05/%c2%a1no-mas-improvisacion-en-bogota/ que organizó una marcha el pasado 5 de marzo para protestar por las obras de la carrera séptima. Desafortunadamente no me enteré a tiempo. Sin embargo hay otra marcha en proceso convocada para el lunes 28 de marzo con el lema “No más Samuel”. Aunque no tengo ni idea quién está detrás de esto, igual prefiero obrar de buena fe e ir a la marcha.

martes, 1 de marzo de 2011

Por quién no votar en Bogotá

Por Germán Barragán

Esta semana se anuncian oficialmente los candidatos a la Alcaldía de Bogotá y con esto, se inicia una campaña que puede volver a polarizar la opinión de quienes somos amigos o familiares cercanos hasta cuando hablamos de política. El inicio no habría podido estar mejor, Moralesrussi y Olano han sido inhabilitados y éste último ha dicho que ante la Corte contará el resto de la novela que involucra a los Moreno y a otros políticos que hasta ahora no han sido salpicados. Quiénes caerán esta vez?

Inicia una campaña donde los protagonistas y sus equipos se echarán la culpa unos a otros de lo mal que está la ciudad. Se parecerá mucho a lo ocurrido en las presidenciales, aunque con paradojas como que sean ahora precisamente miembros del Polo, los que esgriman argumentos como que la corrupción -en Bogotá- ha sido de toda la vida.

Y como ciudadanos hablaremos de uno u otro candidato pero en especial, hablaremos de lo malos que son los demás candidatos. Hablaremos de sus preferencias sexuales, de quienes los respaldan, o de la clase social que para algunos representan. Como es usual en cada elección, algún taxista nos contará que uno de los candidatos tiene ya una flota de taxis lista para salir a la ciudad y dañarle el negocio a los que ya trabajan como taxistas, o que otro de los candidatos en realidad es dueño mayoritario de Transmilenio y que por eso, quiere ser alcalde y acabar con las empresas de buses.

Nuestro llamado voto de opinión comenzará entonces a moverse al vaivén de los argumentos aparentemente contundentes y las emociones nos guiarán de nuevo a la condena del voto en contra, de votar en función de no dejar ganar a alguien y no de votar por el que creamos más capacitado para administrar a la Ciudad.

Poco se hablará en cambio de la influencia que ejercen en la ciudad sectores organizados como el de los transportadores, el de comerciantes de sanandresito, el de propietarios de parqueaderos, el de educadores sindicalizados ó el de los contratistas del Distrito, por citar algunos.

Menos se hablará de la relación entre estos y los políticos tradicionales de Bogotá, arraigados en sus puestos del Concejo y con fuertes redes en localidades donde operan feudos comparables con los de algunas regiones del país; desde donde desvían recursos públicos y se favorecen de actuaciones de funcionarios del distrito. No debería resultarnos extraño que en julio del año pasado, la actual administración otorgara generosamente a las alcaldías menores, autonomía en su manejo presupuestal.

Por el contrario, nos encantará hablar del que cambia el voto por un tamal o por una promesa de trabajo, y se nos olvidará lo que dejamos de hacer de nuestra parte como votantes aparentemente informados.

Lo cierto es que mientras dejamos de lado lo fundamental, la ciudad es cada vez menos vivible por cuenta de la corrupción y a esta hay que sumarle lo que aporta la incompetencia, receta en la que nuestro querido Alcalde ha sido magistral. Y mientras empresas como Mauro´s Food -dedicada del procesamiento de alimentos- ó Funalcer -dedicada a la prevención del consumo de drogas- sigen siendo el tipo de empresas vinculadas al desarrollo de infraestructura, nuestra ciudad sigue retrocediendo.

Podemos entonces escoger hacer lo mismo, votar en contra o ni siquiera salir a votar, pero seguro que mientras tanto sectores organizados ó mafias organizadas como acertadamente los llama Lariza Pizano, movilizarán la suficiente cantidad de votos para conservar sus lugares en el Distrito. Como dicen, si la demencia es hacer una y otra vez lo mismo esperando que el resultado sea distinto, pues en el fondo parece que somos electores dementes.

Ahora se presentan los nombres de William Vinasco, David Luna, Enrique Peñalosa, Carlos Fernando Galán y posiblemente Gina Parody. Aun hay dudas por Mario Laserna, Jaime Castro, Mauricio Cárdenas u otro. Cuál será el candidato idóneo para cortarle impulso a la reversa en la que anda la ciudad?. Seremos capaces de preguntarnos por quién es el mejor preparado ó votaremos emocionalmente en contra de alguien?

Es inevitable preguntarse si todos estos contratos adjudicados en los últimos años financiaron por anticipado y ya decidieron la elección del próximo alcalde. Se podrá aun hacer algo al respecto? Votando en contra seguro elegiremos otro Moreno.

Le preguntan a Rodolfo Llinás, por qué los científicos no son políticos? responde "Porque la política es un arte, no una ciencia". Le preguntan de nuevo, tenemos buenos artistas de la política? responde "No son artistas de la política pura. La mayoría son fracasados de otras disciplinas"

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿Cuestión de estándares?

Por Natalia Perez

Creo que resulta muy difícil evitar sentirse seducido por el cambio en el discurso y en el tono, así como por la mención de temas nuevos en la agenda política, en especial la prioridad dada a la reparación de las víctimas y la restitución de tierras como elementos claves para construir un camino sólido hacia la paz, que ha introducido el gobierno de Santos.

Los efectos, por supuesto, no se han hecho esperar: en el campo de las relaciones internacionales, no sólo se logró el restablecimiento de las relaciones con Venezuela y Ecuador, sino que también se observa una diversificación, que comprende entre otras un súbito dinamismo en las relaciones con Asia, una cercanía estratégica con Brasil y en general un nuevo posicionamiento del país como líder (y no como “paria”) en la región.

A nivel doméstico la situación no es menos alentadora: el presidente nombra personas competentes en muchos de los ministerios y otros cargos de importancia; declara abiertamente su respeto por los demás poderes; los opositores y las ONGs contrarias al gobierno dejan de recibir el rótulo de auxiliadores de la guerrilla; después de 16 meses de interinidad se consigue nombrar en propiedad a la fiscal general de la nación y, ante una tragedia invernal de increíble magnitud, el ejecutivo responde declarando la emergencia humanitaria y además anuncia un ambicioso plan de reconstrucción que, en principio, le podría fin a este tipo de desastres anunciados y periódicos.

Todas estas señales enviadas por el nuevo gobierno despertaron en mi un gran entusiasmo: no había votado por Santos debido a la perspectiva de un gobierno continuista y, sin embargo, una vez en el poder él parecía estar actuando como lo habría hecho el candidato perfecto (demócrata, liberal y progresista!). Era quizá la forma más dulce de una victoria, pues llegaba después de una batalla en la que ya estaba resignada a la derrota!

Sin embargo hoy, luego de haber leído las entrevistas más recientes y, claro, con un poco más de tiempo en el poder, siento que las razones para el optimismo no tienen mayor profundidad: los intereses de grandes empresarios y la banca no se tocan, el asistencialismo en los programas sociales sigue siendo la regla y el país avanzan sin vacilaciones hacia un modelo de desarrollo basado en la minería que sin duda continuará generando serias implicaciones ambientales y sociales que no son otra cosa que combustible para el conflicto.

Y con esto, vuelvo a un argumento que se me ocurrió en su momento para explicar el fenómeno de la popularidad de Uribe. La situación era tan caótica bajo Pastrana, con unas Farc todo poderosas que secuestraban sin tregua, amenazaban casi todas las carreteras y tenían prácticamente cercada a Bogotá y con un presidente más interesado en obtener un reconocimiento internacional que en tomar las riendas de la situación del país que, cuando Uribe subió al poder e hizo lo que cualquiera habría tenido que hacer, es decir, replegar las Farc y asumir propiamente su mandato, los colombianos lo amaron y estuvieron (y según parece aún están) infinitamente agradecidos por eso.

Creo que en este momento nos está pasando algo muy similar: luego de habernos acostumbrado a Uribe, con su discurso irrespetuoso con cualquier tipo de oposición y lleno de odio, con su estilo de gobierno autoritario y populista, con su idea de sostener en altos cargos a personas claramente incompetentes, con sus continuos abusos de poder y escándalos de corrupción, por no nombrar la cuasi certeza de sus vínculos con el paramilitarismo, llega un Santos que usa un discurso moderado, que no sale en televisión y radio todos los días a lanzar insultos, que se rodea de un equipo competente e idóneo y quien en principio ejerce un liderazgo desprovisto del odio visceral que caracterizó (y aún caracteriza a Uribe y a los furibistas del “Coffee Party”), y los colombianos estamos dichosos (su popularidad ha alcanzado incluso el 90%!).

Pues bien, en mi humilde opinión, se trata simplemente de una cuestión de estándares: para desgracia nuestra, estos últimos mandatarios han salido del poder dejando estándares tan bajos en aspectos clave para cualquier Estado democrático, que simplemente basta con que quien suba al poder haga lo mínimo que tiene que hacer para ser alabado y adorado incondicionalmente. Y, mientras celebramos entusiasmados la “gloriosa llegada del nuevo mesías”(pues el catolicismo sin duda tiene mucho que ver con esto), se nos pasan por delante los debates de fondo que sí definen el tipo de país hacia el que estamos avanzando (¿o retrocediendo?).

lunes, 14 de febrero de 2011

Lo que no nos hace Colombianos

Por Germán Barragán


Dos videos están circulando en la red hace varios días. Por su contenido han despertado toda clase de comentarios en facebook, twitter y los foros de los medios que los publicaron.


Las opiniones consignadas en los foros han sido especialmente emotivas para los dos videos y comparten la idea en común de que el video que cada uno comenta refleja mucho de lo que nos hace Colombianos. Sin embargo, la idea de lo que parece ser típicamente de nuestro país varía totalmente de un video a otro.


Los dos videos han trascendido y se han divulgado rápidamente, aun más allá de la red. El Tiempo publica en su edición dominical una entrevista a Kenji Orito, protagonista del primer video http://www.youtube.com/watch?v=EzHJ0QzRMvA. Ese mismo día la columna de Daniel Samper Ospina en la Revista Semana dedica su atención al segundo video, el de la tortura a la ya tristemente célebre perrita por parte de unos uniformados http://www.youtube.com/watch?v=u9gb29likA0. Los comentarios sobre lo orgullosos que se sienten unos o lo avergonzados que se sienten otros de ser Colombianos se repiten; Nada sabe igual si no es en Colombia, Colombia es un País de Salvajes.


Cuál es la versión real de los Colombianos, aquella de las personas generosas en abrazos y trabajo por los demás, o aquella de las personas despiadadas que se jactan del sufrimiento de otro mientras continúan entre risas torturándolo hasta la muerte. Como se pueden conciliar estas dos visiones de lo que es ser Colombiano. Cuál de las dos somos… las dos? Cuál de las dos más?


Creo que en Colombia hay de todo como en cualquier lado, y eso no es ninguna novedad aunque a algunos se les olvide. Siento que los colombianos sí somos especialmente afectivos y a pesar de lo que muestran casos como el del segundo video, me resisto a creer que seamos especialmente malos.


Kenji no es el primer extranjero (medio extranjero en su caso) que habla bien de los colombianos. Por alguna razón nos encuentran afectivos, el espíritu festivo los aleja de la monotonía de sus lugares de origen y se cautivan con la alegría del país con las personas más felices del mundo. La familiaridad con la que se sienten tratados desde el primer día los acerca afectivamente y el colorido paisaje se llena por completo con las caras de aquellos con los que tienen la oportunidad de compartir. Suena a sarcasmo pero parte de lo que escribo lo creo, porque lo he oído y porque lo he sentido… de una manera tan subjetiva a como he sentido, en opuesto, la especial atención de los franceses en Francia.


De alguna manera somos especialmente afectivos, en especial si nos vemos junto a un japonés. Pero no creo que sea cuestión de tener la fortuna de cruzarse con uno de los buenos, de los buenos colombianos ó de los tan de moda colombianos de bien, sino que la gente de aquí, a las buenas, es verdaderamente especial. El desparpajo con el que cruzamos el espacio personal de las personas para expresar físicamente el cariño, de seguro ayuda. Será un análisis demasiado optimista? es posible… será además simplista e iluso, a lo mejor no tanto.


Por supuesto que la gente por las buenas es buena, en todo lado, pero creo que la gente en Colombia es aun más buena. Cuando nos damos largas parecemos las personas más sinceras y accesibles del mundo, en especial con los extranjeros con los que pareciera que no hay nada que perder.


Pero también acepto que pasan cosas malas, de hecho muy malas. No en vano cada mañana se levantan junto a nosotros miles de connacionales que desde distintos bandos y por una u otra razón asumen la alternativa de llevar una vida armada, con la opción cotidiana, siempre presente, de quitarle la vida a otro ser humano.


Y creo que la maldad se entremezcla a veces con la crueldad como lo muestra el segundo video, como también en los numerosos casos de violencia doméstica, sexual, contra menores de edad; En los ejercicios sistemáticos, premeditados, como el secuestro o el asesinato por recompensa; En quien genera la angustia de una señora con un collar bomba aunque también en quien genera la angustia de otra señora mientras simula el secuestro de un familiar para hacer una broma desde una emisora de radio, una de un rencauchado candidato a la alcaldía de Bogotá.


Se necesita una mezcla de maldad y crueldad en quien jala la soga al cuello de un perro mientras lo ve, poco a poco, quedarse sin aire. También para revender la bienestarina de niños con los que se cruza todos los días en algún municipio del Chocó de donde es funcionario público, ó para feriar por unos pesos la ayuda destinada a damnificados por el invierno en el pueblo de donde es Alcalde.


Acepto que pasan cosas malas y que la maldad se mezcla con la crueldad en no pocos ejemplos, pero me acuerdo también de casos equivalentes en distintos lugares y momentos de la historia. El segundo video muestra un suceso desafortunado ocurrido en Colombia, pero decir que el video muestra lo que significa ser colombiano es tanto como decir que muestra lo que significa ser caucano, ser negro, ser policía, ser hombre ó ser latinoamericano.


El video muestra lo que podría ser una persona de cualquier condición en cualquier parte del mundo, en un acto de maldad y crueldad igual de censurable y triste pero también comparable con la matanza de delfines en Dinamarca, con el Austriaco que encerró a su hija en el sótano durante 24 años ó con el ejercicio sistemático de carnicería en los Balcanes o años antes con el holocausto Nazi.


No, no creo que a las malas los colombianos seamos especialmente malos. Ya los violentólogos en los noventa descartaron hipótesis de todo tipo que buscaron explicar nuestra supuesta maldad endémica, incluyendo hipótesis como la de la violencia generada por comer tanta papa o tomar tanto café.


En cambio si creo que a las buenas somos especialmente buenos, pero ese será el argumento de otro blog.

martes, 8 de febrero de 2011

¿Heno en Cartagena?

Por Natalia Perez

Es cierto. Desde hace 6 años, a finales de enero en Cartagena se celebra el Hay Festival (literalmente el Festival del Heno), un festival “hermano” del festival Hay-on-Wye de Gales. A diferencia del año pasado cuando vino Ian McEwan, uno de los escritores británicos contemporáneos más famosos y cuyas novelas disfruto muchísimo (en especial Amsterdam, Enduring Love y, por supuesto, Atonement), este año no había ningún autor megafamoso. Sin embargo, las cosas llegan cuando llegan y, justo este año, aprovechando una situación de desempleo temporal, terminé asistiendo por primera vez al Hay.

Lo primero que tengo que decir es que el festival está muy bien montado: los eventos empiezan a tiempo, la programación es variada: incluye charlas, tertulias, películas y conciertos, y los estudiantes reciben 10 entradas gratis. Así que si uno, colombiano, ha crecido un poco desadaptado porque prefiere muchas veces un buen libro a una rumba, encuentra en este festival un lugar donde no sentirse raro. Además, el hecho de que casi en todos los eventos haya lleno total, no deja de ser esperanzador: hay gente en nuestro país no sólo que lee sino que está dispuesta a pagar por ver y oir a sus autores: a saciar esa curiosidad o ese morbo de descubrir la cara y la voz detrás de las historias que nos fascinan.

La verdad, hubo charlas aburridísimas en las que egos gigantes hablaban sin parar y sólo para confundir. En especial, las limitaciones de los entrevistadores constituyeron una queja generalizada: muchas veces hablaron más que sus invitados, siguieron rígidamente un formato prediseñado o no fueron incapaces de retar, ni por un instante, a sus entrevistados. En mi humilde opinión, estás practicas eran una máscara para ocultar que en realidad no sabían de su invitado nada más allá de lo que aparece en Wikipedia. Una excepción notable fue Daniel Samper (papá), quien entrevistó a Lydia Cacho, una periodista, activista y feminista mexicana que con su historia de vida, marcada por la persecución de los narcotraficantes/corruptos/pedófilos a los que denunció. La forma tranquila en la que habla de esto, pero también su integridad moral, despertó en el teatro una ovación que duró como 10 minutos. A mí me emocionó, claro, pero además me hizo sentir un poco mal conmigo misma: después de todo, hay gente que vive no sólo conforme a sus principio, sino que escoge el camino siniestro de vivir por ellos – y de morir también. Se me ocurre a veces que quizá los periodistas sean una estirpe más propensa a seguir este destino, pero aún no sé. En cualquier caso, hay mucha integridad en el ejercicio periodístico, como mostraron el mismo Daniel Samper y Alejandro Santos, quien se lució en una charla sobre periodismo literario.

El Hay me dejó además un nuevo amor platónico: Miguel Syjuco, un flipino de 34 años, que siempre lucía impecable y sonriente y de quien, aunque no he leído ni una frase, puedo decir que incluso si no es tan buen escritor como dicen (ganó el Man Asian Prize y la crítica ha sido muy entusiasta con su primera novela, Ilustrado), seguro es un ser humano excepcional. Brilla con luz propia e inspiró tanto al auditorio que todos salimos corriendo a comprar Ilustrado, con tan mala suerte que su casa editorial no contaba sino con 100 copias en todo Cartagena, lo que es típico de Colombia, donde la previsión es más bien escasa.

Lo bonito del Hay es justo esa familiaridad con la que uno se aproxima a los escritores, músicos y periodistas invitados. Uno los ve en la calle, les charla, ellos sonríen y uno se queda con esa imagen grabada, y claro, se enamora!. Sin embargo, como todo, el Hay tiene también su lado oscuro: está asociado a un evento de élite, aunque su espíritu en Gales nada tiene que ver con esto. Claro, el trópico lo manda así: en un país tan desigual, quien sino la élite tiene el privilegio de gastar en libros (los precios en Colombia no dejan de ser altísimos) y de disponer del tiempo para leerlos? Y además, siendo Cartagena la ciudad más cara del país y el Hay un festival en el que cada evento se paga por separado, quien sino la elite puede gastar medio salario mínimo sólo en entradas?

La vida del Hay fuera de los auditorios es exigente: fiestas exclusivas todas la noches en las que hay meseros, músicos y todo el trago y la comida del mundo, pero en las que, como dijo una gran amiga “la energía es muy baja y todos tienen cara de aburridos, de conversación forzada”. Además están los desayunos, almuerzos y onces en estos restaurantes cartageneros llenos de atmósfera y buen gusto y claro, la vida en general, que vivida sólo en la ciudad vieja desangra por su costo pero parece simplemente perfecta, con sus coloridas calles y su estética maravillosa, en la que uno quiere sumergirse y ya. Pero no, la Cartagena real es otra, una ciudad grande, pobre y fea, cuya cara no vemos los que vamos al Hay y que no puede estar más lejos del mundo que surge alrededor de este festival.